martes, 11 de agosto de 2015



La radio de bulbos

 Por: Gabo H. Aguirre

Le hubiera gustado ser mariposa, al menos eso se decía a sí misma. Sacudió la cabeza y al despejarse, con un movimiento ágil dio vuelta a la perilla de encendió y en la radio sonó una balada de moda: “tan pequeña es, tan frágil es...” era la voz del cantante Sabú, pero ella no buscaba un romanticismo empalagoso; deseaba la voz de la carne, el roce de labios que es pasión y muerte, el beso que toda princesa espera... el beso de sus sueños; con un aleteo nada veloz cambió la aguja del cuadrante y una música suave del tipo disco provocó la danza, algunos pujidos sensuales salieron de las bocinas del aparato, cerró los ojos y giró como si alguna droga la llevara a otro mundo, el ondular de sus caderas era lento, sensual, sibilante; la blusa se abrió sin prisa, sin pasión, ni violencia, de pronto nada cubrió su pecho y la falda se derramó al piso; supo entonces que tenía ganas, verdaderas ganas de gozar hasta quedar inconsciente; y allí estaba ella en carne viva, con su pubis negro y ensortijado, allá en el piso las ondulaciones del vestido encaramadas sobre el piso de madera.
En fin. El escenario estaba completo: el silbido del aire, el dosel de encajes semitransparente del ventanal y la radio de bulbos casi obsoleta con sonido audible; fue entonces la aparición del suspiro mientras mordía sus labios para no gritar. El telón fue y el cálido cuerpo de Marisa se relajó sobre la duela en espera de la siguiente canción.



No hay comentarios:

Publicar un comentario