lunes, 17 de agosto de 2015



Textos de Federico Sáliva
Palomitas de nieve.
     Los malandrines le dicen que van a violar a su mujer.
-        Si quieren yo les ayudo. Es en serio.
-        -  Desgraciado, es tu vieja.
-             A él le da igual; se queda muy serio y,  en un descuido de los secuestradores, valientemente huye, dejando a la mujer en sus manos. Días después, se la encuentra y, como si no  hubiera pasado nada, le pellizca la barbilla cariñosamente y, de paso, el pezón de la teta izquierda, con una sonrisa triunfante. Eso une mucho.
-        Chiquitita
-         Barbaján, hijo de la chingada,
-              El no pierde nunca el estilo.
-        Pues, qué.
-        Bruto. Eran unos bárbaros.
-             Comprensivamente, le pregunta; al cabo que gracias a ella salvó su dinero.
-        ¿Fue mucho?
-             Ella le cuenta y como él, siempre líder, es un tipo tan encantador, simpático y carismático. Se  contentan.

La uña de Boris
     El día tres de enero de 1953 fue una fecha importante para la historia de la ciencia. Los ayudantes de la señora Mary Ho Hockpins se encontraron con un mono que, por su complexión, características y naturaleza, era en casi todo muy parecido a la mona Lucy, de la que provenimos nosotros.  Tras la gran alegría que invadió su ánimo, se acercaron a él muy lenta y cautelosamente, pero como él diríase que los esperaba y no mostraba el menor gesto  de sorpresa ni ap´rehemsión hacia los humanos, entraron en amena charla.  Uno de ellos le preguntó por el nombre, a lo que él contestó llamarse Boris…Boris, recuérdenlo…Otro, le pidió sus datos, dirección, teléfono y procedencia, a lo que respondió que provenía de una pequeña arboleda aledaña al lago Tanganika. Y otro más, por último, le interrogó por esa larga y sucia uña que lucía en su pie izquierdo.
-¿Para qué es; le sirve para algo? - A lo que él dino con gran sabiduría-. Sí señor; con ella me rasco el culo y me saco los mocos.
     De inmediato, los investigadores corrieron a buscar a la señora Mary Ho Hockpins para que detuviera sus trabajos infructuosos, pues lo que buscaban ya lo habían encontrado. Pero cuando regresaron, Boris ya se había marchado y jamás volvieron a encontrarlo.
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