Textos de Federico Sáliva
Palomitas de nieve.
Los malandrines
le dicen que van a violar a su mujer.
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Si quieren yo les ayudo. Es en serio.
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Desgraciado, es tu vieja.
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A él
le da igual; se queda muy serio y, en un
descuido de los secuestradores, valientemente huye, dejando a la mujer en sus
manos. Días después, se la encuentra y, como si no hubiera pasado nada, le pellizca la barbilla
cariñosamente y, de paso, el pezón de la teta izquierda, con una sonrisa
triunfante. Eso une mucho.
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Chiquitita
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Barbaján,
hijo de la chingada,
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El
no pierde nunca el estilo.
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Pues, qué.
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Bruto. Eran unos bárbaros.
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Comprensivamente, le pregunta; al cabo que
gracias a ella salvó su dinero.
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¿Fue mucho?
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Ella
le cuenta y como él, siempre líder, es un tipo tan encantador, simpático y
carismático. Se contentan.
La uña de Boris
El día tres de
enero de 1953 fue una fecha importante para la historia de la ciencia. Los
ayudantes de la señora Mary Ho Hockpins se encontraron con un mono que, por su
complexión, características y naturaleza, era en casi todo muy parecido a la
mona Lucy, de la que provenimos nosotros.
Tras la gran alegría que invadió su ánimo, se acercaron a él muy lenta y
cautelosamente, pero como él diríase que los esperaba y no mostraba el menor
gesto de sorpresa ni ap´rehemsión hacia
los humanos, entraron en amena charla.
Uno de ellos le preguntó por el nombre, a lo que él contestó llamarse
Boris…Boris, recuérdenlo…Otro, le pidió sus datos, dirección, teléfono y
procedencia, a lo que respondió que provenía de una pequeña arboleda aledaña al
lago Tanganika. Y otro más, por último, le interrogó por esa larga y sucia uña
que lucía en su pie izquierdo.
-¿Para qué es; le sirve para algo? - A lo que él dino con
gran sabiduría-. Sí señor; con ella me rasco el culo y me saco los mocos.
De inmediato, los
investigadores corrieron a buscar a la señora Mary Ho Hockpins para que
detuviera sus trabajos infructuosos, pues lo que buscaban ya lo habían
encontrado. Pero cuando regresaron, Boris ya se había marchado y jamás
volvieron a encontrarlo.
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