Ambrose Bierce, fruto ácido de la desdicha
Luis M. Márquez
Ambrose Bierce (por J. H. E. Partington, en fecha
desconocida).
“¡Ah!
Desaparecer en una guerra civil ¡Qué
envidiable eutanasia!”
Éstas son las últimas palabras que se conocen de Ambrose Bierce, poco antes de alistarse en las filas del ejército revolucionario de Pancho Villa, en diciembre de 1913. Su nombre
completo era Ambrose Gwinett Bierce (Ohio, 24 de junio de 1842 - México,
1914), quien fue un escritor y
periodista norteamericano. Su traductor del “Diccionario del Diablo”,
Horacio J. Achával dice:
“Toda la obra de Bierce es el fruto ácido
de una desdicha irreparable para la cual sólo
hay dos caminos: la facilidad del alarido o la maceración
del sarcasmo”.
A
sus 71 años, Bierce desaparece para siempre y nadie sabe en qué
circunstancias murió. Han
pasado casi 102 años. Nunca fue encontrado su cuerpo, si bien se ha
especulado que murió en el sitio de Ojinaga en 1914, pero no puede asegurarse que así haya
sido.
Carlos Fuentes recrea los acontecimientos
en su novela “Gringo Viejo” (Fondo de Cultura Económica, 1985), y en 1989 apareció la película homónima, dirigida por Luis
Puenzo y protagonizada en el papel estelar por Gregory Peck.
Si
viviera en estos tiempos Ambrose Bierce, de cualquier forma tomaría,
ya no el tren o la diligencia, sino el avión
rumbo a México y quizá
escribiría sus últimas
líneas así: “¡Ah!
Desaparecer en un país pandemónico, donde a cada rato aparecen cabezas
decapitadas, periodistas asesinados, gente secuestrada y asesinada ¡Qué
envidiable eutanasia!”.
Las
barbaridades de la guerra de Secesión, en la que participó en varias batallas, marcaron
su carácter. Formó una visión pesimista del mundo, que expresó en su obra
literaria. En los Cuentos de soldados y
civiles (1892) la guerra civil estadounidense es tratada como una puesta en
escena, le parece que todo es un teatro. En sus Fábulas fantásticas (1899), así como en su quizá más célebre obra,
el Diccionario del diablo (1906)
destila un humor negro que le dio la imagen de sarcasmo ácido, con el que hasta
ahora se le recuerda. Otras de sus obras son Un incidente en el puente de Owl Creek y otros relatos, La cosa maldita, Fábulas feroces, Cuentos
inquietantes y El clan de los
parricidas y otras historias macabras, entre varios más.
Sólo a modo de abrir boca sobre la acritud
e ironía inteligente de Bierce, copio
algunas de las definiciones de su célebre
diccionario, empezando por la palabra “Satanás”.
Dice Bierce del amo de las tinieblas que es:
“Uno de los lamentables errores del Creador. Habiendo recibido la categoría
de arcángel, Satanás se
volvió muy desagradable y fue finalmente
expulsado del Paraíso. A mitad de camino en su caída,
se detuvo, reflexionó un instante y volvió.
—Quiero pedir un
favor —dijo.
—¿Cuál?
—Tengo
entendido que el hombre está por ser creado. Necesitará
leyes.
—¡¿Qué
dices miserable?! Tú, su
enemigo señalado, destinado a odiar su alma desde el
alba de la eternidad, ¿tu pretendes hacer sus leyes?
—Perdón;
lo único que pido, es que las haga él
mismo.
Y
así se ordenó.”
Para
no dejar a nadie con las ganas, tomé algunas otras definiciones incluidas en
ese diccionario, que ahora ya no es difícil encontrar en las librerías, para
que quien esto lee se dé una idea de la clase de humorismo de este autor poco
conocido. El diccionario es una provocación a esas conciencias convencionales
del siglo XIX, pero aún en el XXI sigue manteniendo su desafío a la moral y las
buenas costumbres.
“Abstemio.-
s. Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer.
Abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en
especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos.
Absurdo.- s.
Declaración de fe en manifiesta contradicción con nuestra opiniones. Adj. Cada
uno de los reproches que se hacen a este excelente diccionario.
Dramaturgo.- s.
Dícese del que adapta obras del francés.
Éxito.- s.
El único pecado imperdonable contra nuestros semejantes.
Filosofía.- s.
Camino de muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.
Hombre.- s.
Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que
olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el
exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se
multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además
del Canadá.
Homeópata.- s.
Humorista de la medicina.
Idiota.- s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya
influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del
Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que ‘satura
y regula el todo’. Siempre tiene la última palabra; su
decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y el gusto, dicta las
limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Incubo.- s. Miembro de una raza de demonios
extraordinariamente impúdicos que, aunque no del todo extinguidos, han conocido
mejores noches. Para una descripción completa de los ‘incubi’ y los ‘succubi’ (y también de las ‘incubae’ y las ‘succubae’), consultar el Liber Demonorum de Protassus (París, 1328), donde hay muchas informaciones curiosas que estarían fuera de
lugar en un diccionario destinado a servir de texto en las escuelas públicas.
Víctor Hugo relata que en las islas del Canal de la Mancha, el propio Satanás
(sin duda tentado más que en otros sitios por la belleza de las mujeres) suele
hacerse el íncubo, con gran alarma y escándalo de las buenas señoras que, en
términos generales, quieren ser fieles a sus votos matrimoniales. Cierta dama
acudió al párroco para averiguar cómo podría, en la oscuridad, distinguir al
osado intruso de su marido. El santo varón le aconsejó tocarle la frente para
ver si llevaba cuernos; Hugo es lo bastante descortés como para insinuar sus
dudas sobre la eficacia del método.
Mártir.-
s. Alguien que avanza hacia la muerte deseada siguiendo el camino de la menor
repugnancia.
Optimista.-
s. Partidario de la doctrina de que lo negro es blanco. En cierta oportunidad
un pesimista pidió auxilio a Dios. Ah —dijo
Dios—, tú quieres que yo te devuelva la
esperanza, la alegría.
—No —replicó
el pesimista—. Me bastaría si crearas algo que las
justificara.
—El
mundo ya está todo creado —repuso Dios—,
pero te olvidas de algo: la mortalidad del optimista.
Pantomima.-s.
Representación teatral en que se narra una historia sin hacer violencia al
lenguaje. Es la forma menos desagradable de acción dramática.
Política.-
s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los
intereses públicos en provecho privado.
Y
aquí terminamos con las citas, pues a propósito,
el propio Bierce decía de éstas
que son “Repetición errónea
de palabras ajenas”.
Actualmente se le recuerda a Bierce por sus aportaciones al género
de terror, que influyeron en escritores como H.P.
Lovecraft, y es considerado uno
de los pilares de este género, junto con autores de la talla de Edgar Allan Poe y
Guy de Maupassant. Uno de sus sellos
personales era su misantropía. Externó en algún escrito su desconfianza hacia el ser
humano. Esas posturas le
valieron en su época el apodo de Bitter Bierce (el amargo Bierce).
Algunas frases que se le tribuyen son, por
citar algunas: “Si deseas que tus sueños se hagan realidad ¡despierta!”. “Una
mujer sería encantadora si uno pudiera caer en sus brazos sin caer en sus
manos”.
El
total de su obra, Collected Works, fue publicado entre 1909 y 1912, después de eso dejó de publicar.
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